Nacido en Tánger en 1304, fue el explorador musulmán más conocido de la historia. Su viaje por oriente duró 19 años y dictó su experiencia al cronista granadino Ibn Yuzayy que compiló con gran detalle sus historias en su obra conocida como «Rihla».
En el año 1325 parte desde Tánger con la intención de realizar su viaje de peregrinación a la Meca, viaje que todo musulmán debe realizar al menos una vez en la vida. Siguió la costa del norte de África hasta alcanzar la ciudad del Cairo en Egipto, recorrió y documentó los antiguos monumentos de Egipto, las pirámides de Giza, el Templo Karnak y el Templo de Isis.
Ibn Batutta toma el camino de la Ruta de la Seda, uniéndose a una caravana, llegando a Palestina visitando los lugares santos de Hebrón, Belén y Jerusalén. Prosiguió su viaje dirección a Damasco, donde pasó el mes de Ramadán, finalmente continuó hasta Medina y después La Meca. Pero esto no significó el final de su aventura.
Su espíritu aventurero había despertado, toma dirección hacia Persia, controlada por el Ilkanato de los mongoles y conoce al que sería su último gobernante, Abu Saíd Bahador Jan, con su ayuda llegó a las ciudades de Samarra, Mosul y Tikrit, en estos lugares conoció a la rama del islam de los chiíes, por los cuales expresó una gran antipatía. Regresó a La Meca para continuar adquiriendo conocimiento religioso.

En 1330 partió con destino al Yemen, desde donde embarcó hasta Etiopía, llegando hasta la isla de Zanzíbar desde donde emprendió el viaje de regreso. Después de un breve descanso en La Meca tomó dirección a Anatolia, recorrió Turquía, cruzó el Egeo y llegó a Crimea, donde conoció a Ozbeg Kan de la Horda de Oro al que acompañó en una travesía hasta Astracán a orillas del río Volga. Después dio media vuelta para visitar Constantinopla.
Tras pasar un mes en la capital bizantina regresó a Astracán y tomar dirección a Samarcanda, cruzó Afganistán dirección a la India y llegar al sultanato de Delhi donde trabajó como juez. Ibn Batutta no se sentía cómodo con su labor y se lo expresa al sultán que le manda como embajador a China.
Durante su trayecto pasa por las Islas Maldivas donde pasó nueve meses. Finalmente llega a China pasando por Sumatra y Vietnam, llegando hasta Hangzou, pasado un tiempo pensó que su labor había terminado y decidió volver a Tánger.
Pasado un tiempo se unió a un grupo de musulmanes que iban a defender Granada de una posible invasión de Alfonso XI de Castilla, el rey murió y a la amenaza se desvaneció por lo que Ibn Batutta se dedicó a explorar Al-Andalus.
Terminado su periplo recorrió Marruecos hasta llegar a Mali, llegando a visitar Tombuctú. Poco más se sabe del inquieto explorador, solo se sabe que murió en algún momento entre 1369 y 1377.