Cerca de Roma, un pequeño afluente del Tíber fluye discretamente, pero los romanos de antaño lo conocían bien, es el río Alia, donde la ciudad sufrió una inesperada derrota militar contra los galos senones, tribu celta liderada por Breno. Fue el 18 de julio de 387 a. C.. Una fecha que durante mucho tiempo los romanos no olvidarán, ese mismo día, los galos llegaron a Roma. La ciudad estaba a su merced.
