Contenido
- 1 Herejes o mártires
- 2 La maldición cumplida
- 3 El nacimiento de la Orden del Temple
- 4 ¿Qué poder acaparó la Orden?
- 5 La amenaza que suponían
- 6 El comienzo del fin
- 7 El comienzo del proceso y el motivo oculto
- 8 Las torturas a las que fueron sometidos
- 9 La supresión de la Orden
- 10 El dramático final de los templarios
Herejes o mártires
En tan solo siete años la Orden de los Templarios fue perseguida, desmantelada y aniquilada como si de una organización criminal se tratara. Las preguntas son muchas y los intereses que había detrás de estos acontecimientos también, ¿Fueron justas las acusaciones por prácticas sodomitas, heréticas, sacrílegas y blasfemas o fueron víctimas de una trama oscura perfectamente urdida?, el rey Felipe IV de Francia encabezó dicha trama gracias a su poder sobre el pontífice Clemente V, elegido por él.
La Orden del Temple llevaba siete largos años sufriendo acusaciones, los juicios y las torturas para arrancar confesiones contra sus miembros eran el pan de cada día. El punto y final al proceso contra los templarios llegó el 18 de marzo de 1314, Jacques de Molay último maestre de la Orden afrontaba su ejecución pública en la hoguera junto a Godofredo de Charnay, preceptor de Normandía de la Orden del Temple, el escenario se encontraba frente a la Catedral de Notre Dame.

Jacques de Molay contaba con 74 años, anciano frágil y barbudo, se mostraba tranquilo, no se le observó ni llanto ni temor alguno, la multitud se agolpaba expectante para ver el momento de su ejecución. Sus roídas ropas fueron arrancadas, su desnudo y famélico cuerpo fue atado a la estaca por los guardias. Se le otorgaron unas últimas palabras, pidió que le desataran las manos y le colocaran mirando hacia la catedral de Notre Dame, para poder morir orando, sus demandas fueron concedidas.
La pira ardió y cuando las llamas comenzaron a azotar su cuerpo habló una vez más proclamando: «¡Dios sabe quién está equivocado y ha pecado», continuó diciendo:
«¡Pagarás por la sangre de los inocentes, Felipe, rey blasfemo! ¡Y tú, Clemente, traidor a tu Iglesia!, ¡Dios vengará nuestra muerte, y ambos estaréis muertos antes de un año!».
Después de pronunciar estas últimas palabras la voz de Jacques de Molay se perdió entre las llamas que se apoderaron de su cuerpo y de su alma.
La maldición cumplida
Antes de terminar el año 1314 la maldición lanzada por el último Gran Maestre de los templarios se vio cumplida, el papa Clemente V y Felipe IV murieron. Clemente V enfermó poco después de la ejecución, sucumbió a una larga enfermedad el 20 de abril de 1314. El rey Felipe IV el hermoso murió en un accidente de caza al parecer un jabalí le embistió provocándole un fuerte golpe en la cabeza que terminó con su vida, pero la cosa no terminó ahí, tres de sus hijos que llegaron a ser reyes también murieron.

Luis X el Obstinado que reinó entre 1314 y 1316 murió de neumonía, aunque se cree que pudo ser envenenado, su hijo y heredero Juan I el Póstumo también murió cinco meses después a los cinco días de nacer. Le sucedió otro hijo de Felipe IV, Felipe V el Largo que reinó entre 1316 y 1322, murió de disentería y fiebre sin herederos varones. Le sucedió su hermano Carlos IV el Hermoso que reinó entre 1322 y 1328, murió también de enfermedad sin descendencia.
Con la muerte de Carlos IV y después de 341 años de reinado, la dinastía directa de los capetos se dio por finalizada solo 14 años después de que Jacques de Molay promulgara su maldición. Felipe VI el Afortunado sobrino de Felipe IV, dio comienzo a la dinastía de los Valois. Lo cierto es que probablemente las últimas palabras de Jacques de Molay pudo no haberlas lanzado él, como muchos aspectos de los templarios pudieron ser distorsionadas por el mito y la leyenda, las palabras pudieron ser adaptadas a los acontecimientos que sucedieron fruto de la casualidad.
El nacimiento de la Orden del Temple
Debido a tan repentina y dramática caída de la Orden del Temple, los mitos, rumores y conspiraciones, ofuscaron durante siglos sus auténticos y humildes comienzos cuando la ciudad de Jerusalén fue conquistada en 1099 durante la Primera Cruzada. Tras la conquista de la Ciudad Santa una oleada de peregrinos se lanzaron a realizar el viaje a Tierra Santa, sin embargo esta ruta no era en absoluto segura.

Ladrones y bandidos dominaban los caminos, por lo que en 1119 un grupo de nueve caballeros franceses encabezados por Hugo de Payns, se dedicaron a proteger a los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa. Este grupo de caballeros tenía su sede en el Monte del Templo en Jerusalén por lo que eran conocidos como «Los Caballeros del Templo»
La Orden dependía de las donaciones que realizaban algunos nobles europeos pero rápidamente se convirtió en una de las órdenes monásticas más poderosas de la Edad Media. En 1129 fue aprobada por la Iglesia Católica en el Concilio de Troyes gozando a partir de entonces de la aprobación papal. A partir de entonces comenzó a manar el dinero y las tierras, jóvenes nobles embaucados por las historias que llegaban a Europa sobre el coraje de esta Orden, se dirigieron a Tierra Santa para formar parte de ella.

Dejaron atrás su fortuna y posesiones para ponerse la túnica blanca con su emblemática cruz roja, tal fue la cantidad de voluntarios que llegaron que terminó por convertirse en el único ejército cristiano permanente de Tierra Santa. Sin embargo su punto álgido como guerreros épicos la alcanzaron en la «Batalla de Montgisard» en 1177, donde destacaron en combate por su arrojo apoyando al rey Balduino IV de Jerusalén, más conocido como el «rey leproso».

El rey Balduino IV se hizo con la victoria enfrentándose al ejército de Saladino, personaje que analizamos ampliamente en nuestro artículo «Saladino, guardián del Islam y azote de los Estados Cruzados», cuando amenazaba con invadir los estados cristianos de Siria. 4000 infantes y 400 caballeros de los cuales 80 eran Templarios bajo las órdenes del Maestre Eudes de Saint Amand, se enfrentaron a 27,000 soldados de Saladino.
¿Qué poder acaparó la Orden?
La Orden Templaria no solo llegó a ser una temible fuerza militar sino también una gran organización que instauró lo que los historiadores reconocen que fue el primer sistema bancario moderno de la historia. Buena parte de la riqueza que obtuvieron los templarios se debía a que la oleada de nobles que se convirtieron en templarios, depositaron sus bienes y riquezas en manos de la Orden del Temple.
A cambio recibieron las llamadas letras de cambio, lo que viene a ser las primeras cuentas corrientes, podían retirar dinero en cualquiera de las llamadas «Casas del Temple» que se encontraban por toda Tierra Santa y buena parte de Europa, en definitiva, a lo que hoy en día llamamos oficinas bancarias. Los peregrinos utilizaron este método también para no tener que llevar encima sumas considerables de dinero durante el trayecto a Tierra Santa.
Los templarios fueron una de las organizaciones más poderosas y ricas del mundo, sobre todo durante el siglo XIII, principal motivo por el cuál se aproximaba su dramático final. La Orden Templaria nunca rehusaba un combate, buena cuenta de ello la daban sus propios maestres, muchos de ellos murieron en combate, pero su final no tuvo nada de épico. No fueron sus históricos enemigos musulmanes en Tierra Santa, sino la gente con quien compartían religión.
La amenaza que suponían
Cuando Jacques de Molay fue proclamado Gran Maestre en 1293, los cristianos ya habían sido expulsados de Tierra Santa tras la caída de Acre en 1291, por lo que los templarios ya habían perdido la razón de su existencia. Pero Jacques de Molay se propuso devolver a los templarios la gloria perdida. El gran maestre de la Orden, viajó a Europa para impulsar una nueva cruzada pero terminó en fracaso, pero en 1306 apoyó en Chipre a Amalarico de Tiro para derrocar a su hermano Enrique II de Chipre.

A partir de entonces los monarcas europeos con presencia templaria en especial Felipe IV de Francia, comenzaron a verles como una amenazante fuerza dispuesta a apoyar cualquier levantamiento que les ayudara a afianzar su poder. Nunca fue un secreto el hecho de que los templarios deseaban formar su propio estado, tal y como habían hecho los Caballeros Hospitalarios en Rodas o los Caballeros Teutónicos en Prusia.
El papa Nicolás IV ya había intentado fusionar a los Caballeros Hospitalarios con los Caballeros Templarios, pero el fracaso fue rotundo, la rivalidad entre ambas ordenes era demasiado endémica, por lo que tratar algún tipo de disolución pactada con los templarios no era una opción. Felipe IV con su mirada fijada sobre la Orden no tuvo más opción que urdir un malvado plan, sabedor de que gozaba de la influencia sobre el nuevo papa designado por él, Clemente V.
El comienzo del fin
En el verano de 1307, un templario rechazado por la Orden llamado Esquino Floriano se hizo pasar por un delincuente habitual afirmando haber sido confidente de un templario en las mazmorras de Tolosa, quien le confesó que al ingresar en la Orden sus miembros renegaban de Cristo, pisoteando y escupiendo la cruz, que se les permitía la sodomía, que adoraban ídolos paganos, que realizaban ritos diabólicos, etc, etc, etc.
Tales acusaciones no tardaron en llegar a los oídos de Jacques de Molay, quien solicitó al papa que se condenara a Esquino Floriano por la gravedad de las falsas acusaciones vertidas sobre la Orden y se restaurara el honor de los templarios. El 24 de agosto el papa remitió una misiva al rey Felipe IV diciéndole que no creía en las acusaciones, pero que aun así comenzaría una investigación. También solicitó al díscolo monarca que no tomara más medidas.

Felipe IV se desentendió de la misiva y el viernes 13 de octubre ordenó arrestar a todos los templarios que se pudiera encontrar en Francia. Fue un hecho sin precedentes pero lo cierto es que Felipe IV hizo honor a su reputación como rey agresivo e imprudente. Un ejemplo de su temeridad ocurrió en 1303, el rey acusó de herejía al papa Bonifacio VIII por un enfrentamiento en el cuál el rey no podía aceptar que la esfera religiosa le fuese arrebatada de su poder para pasarla al papa, por esta razón impuso tributo al clero francés. Hasta entonces nadie se había atrevido a arremeter de un modo tan agresivo contra un pontífice.
Bonifacio VIII falleció antes de conseguir excomulgar al rey, a partir de entonces sería Felipe IV quien designaría a los futuros pontífices. Otros ejemplos de su agresividad fue la expulsión de los judíos del reino, confiscando todos sus bienes y el arresto de una serie de ricos banqueros italianos con los que hizo lo mismo. Felipe IV tenía claro que cuando fuera rey debía sanear un reino al borde de una crisis financiera. El rey creía que su autoridad estaba por encima de la del papa.
El comienzo del proceso y el motivo oculto
El monarca acumulaba una inmensa deuda con los templarios, se sentía subyugado por ellos. Su abuelo Luis IX contrajo semejante deuda por el préstamo que solicitó a los templarios para pagar su rescate cuando fue capturado mientras lideraba la séptima cruzada. El temor a que un día la Orden exigiera tierras para crear su propio estado, cobrándose así la deuda, perturbaba al monarca, la Orden debía caer para que él pudiera consolidar su poder.
Cuando los templarios fueron arrestados en Francia, los cargos que se presentaron contra ellos fueron los de herejía, blasfemia, sodomía y negación de Cristo. Estos arrestos enojaron al papa Clemente V, acusaba a Felipe IV de pasar por encima del papa, pero para entonces 15,000 templarios ya habían sido arrestados. No todos los arrestados eran nobles o caballeros, las prisiones también se llenaron de simples campesinos o pastores, toda persona relacionada con la Orden del Temple era detenida.
Finalmente Jacques de Molay fue arrestado, se requisaron todas sus propiedades y tierras, además de arrancarle confesiones bajo tortura para despedazar a la Orden. Los templarios fueron sometidos a inenarrables torturas, el llamado «Potro» era el método más popular entre los torturadores de esa época, el cuerpo de la víctima era estirado poco a poco, sus extremidades eran atadas a un torno y se estiraban en sentidos opuestos, los huesos eran dislocados y en casos extremos incluso se desmembraban brazos o piernas.
Las torturas a las que fueron sometidos
Durante el proceso al que se vieron sometidos eran confinados en las celdas más oscuras, frías y húmedas. En 1309 un escritor anónimo de quién se cree era un carcelero expresó:
«No se puede expresar el castigo al que se ven sometidos tales inocentes, durante cuatro meses, desde su arresto hasta el día de su muerte no han cesado los sollozos en sus celdas, ni los gritos, ni el crujido de sus dientes al ser arrancados, la verdad les conduce al sufrimiento y la mentira les libera del dolor. Muchos fueron los que confesaron los delitos que se les imputaron, otros optaron por el sufrimiento hasta la muerte.»
Cinco fueron los cargos iniciales, negación de Cristo y escupir en la cruz durante el rito de iniciación, se cree que realmente lo hacían pero bajo otro contexto, debía quedar claro que la Orden estaba por encima de su propia fe. Sodomía, durante el rito de iniciación eran besados en la boca, ombligo y partes posteriores, manteniendo después relaciones homosexuales. Adoración de ídolos paganos, realizar ritos diabólicos quemando niños y violar vírgenes, fueron las otras acusaciones.

Son cargos que hoy en día parecen escandalosos y exagerados, pero por aquel entonces eran perfectamente creíbles y se encontraban a la orden del día, la misma inquisición creada en 1184 en Francia ya utilizaba cargos similares para combatir la supuesta herejía de los cátaros, los templarios que contribuyeron en un alto grado a su exterminio, afrontaban su mismo destino. Era una época en la que se vivía en un estado constante de paranoia colectiva que interesaba a la iglesia y a los gobernantes.
Los inquisidores fueron testigos de la confesión de 134 de 138 templarios arrestados, los cuales confesaron uno o más cargos. Sin embargo Clemente V insistió en que las confesiones se realizaran ante un comité papal, este acontecimiento demoraría las ejecuciones previstas por Felipe IV. El rey visitó al papa en Poitiers llevando consigo a 72 templarios para que confesaran ante un comité papal. Jacques de Molay y el resto de templarios se retractaron de sus confesiones alegando que se realizaron bajo tortura.

Clemente V ordenó una investigación, en 1310 dos templarios con conocimientos de leyes realizaron una gran defensa contra los cargos presentados, insistieron en que no solo eran inocentes sino que además eran víctimas de un cruel complot. Cuando parecía que la rueda comenzaba a girar en favor de los templarios, Felipe IV tomó una decisión unilateral, sin juicio previo y amparándose en las confesiones arrancadas bajo tortura, quemó vivos a 54 templarios el 12 de mayo de 1310, para entonces los dos defensores templarios ya habían desaparecido de sus celdas.
La supresión de la Orden
Clemente V siguiendo instrucciones del rey anunció la supresión de la Orden del Temple en el concilio de Vienne, entre octubre de 1311 y abril de 1312. Esto no significaba que los templarios fueran culpables pero si que era el fin definitivo de la Orden. El 2 de mayo de 1312 el papa emitió la bula Ad Providam, enojando profundamente a Felipe IV, la mayor parte de los bienes fueron concedidos a los Caballeros Hospitalarios y tan solo una pequeña parte sería para el rey.

Pero el destino de sus principales líderes continuaba en el aire, Jacques de Molay y tres hermanos más languidecían en prisión esperando noticias de su destino. Finalmente el 18 de marzo de 1314 fueron conducidos a una plataforma frente a la catedral de Notre Dame para escuchar sus sentencias. Todos eran ancianos, Jacques de Molay tendría al menos 70 años mientras que los otros tendrían entre 50 y 60 años. Dos de ellos fueron declarados culpables de herejía y debido a que no se retractaron fueron condenados a cadena perpetua.
El dramático final de los templarios
Jacques de Molay y Godofredo de Charnay, preceptor de Normandía de la Orden del Temple, protestaron en voz alta reclamando su inocencia, negaron una vez más las acusaciones e insistieron en que la Orden era santa y pura. Se dice que los cardenales se mostraron confundidos y dudaban, pero Felipe IV, furioso, se encargaría personalmente de convencer a los cardenales de que eran unos herejes y que su castigo era la hoguera. Finalmente se dictó sentencia y antes de finalizar el día ambos fueron quemados.
La compostura mantenida durante su ejecución les hizo ganarse la reputación de mártires entre la gente, algo que quedó en el olvido rápidamente. Los templarios supervivientes no fueron liberados de sus votos monásticos, muchos fueron sometidos a penitencia con largas penas de prisión, los más débiles y ancianos se recluyeron en monasterios, los más jovenes se unieron a los Caballeros Hospitalarios.

Pero siguen existiendo interrogantes sobre el destino final de los últimos miembros de la Orden, el archivo de los templarios nunca fue hallado, ni una gran cantidad de tesoros de los que se tenía constancia desaparecieron. Esto lleva a pensar a que muchos de los templarios recibieron alguna advertencia sobre los acontecimientos que se avecinaban, esto les permitió escapar antes de que se produjeran los arrestos iniciales.
La última leyenda que se contó sobre ellos trataba del destino de algunos templarios, como la que cuenta que cargaron un gran tesoro en una flota y tomaron rumbo a Escocia, Portugal, Sicilia o América, según quién y en que momento de la historia se cuente.